No me apena ni me avergüenzo…Yo como muchos mexicanos libres, en el 2000, voté por el PAN.
Y como muchos ciudadanos entonces, lo queríamos, lo deseábamos.
Como al niño querido, lo alimentamos, lo mimamos, le dejamos hacer sus travesurillas.
Le disculpamos todo y lo dejamos crecer sin educarlo ni exigirle que hiciera la tarea que le correspondía y que era la más importante; consolidar para este país la libertad deseada y contribuir en la construcción de una sociedad democrática, en evolución para trascender a los niveles que hoy ya se viven en otros países.
Dejamos que ese pequeño se asociara de las malas compañías y adquiriera las malas mañas.
Vimos que se enviciaba, pero como al niño consentido; al sobrino adorado, nadie o casi nadie le dijo nada y lo dejó crecer entre vicios, malas compañías y corrupción
Hoy cuando el niño creció y se convirtió en un delincuente juvenil, todos nos avergonzamos y pocos, muy pocos, reconocemos su paternidad…
Es por eso que hoy, con el triunfo ciudadano de Pepe, debemos tener más cuidado que nunca.
Debemos pasar de la celebración del triunfo a la reconstrucción de nuestras metas , proyectos y asumir nuestras responsabilidades, para no construir ni alimentar nuevos monstruos políticos.
Todos; empresarios, estudiantes, trabajadores, medios de comunicación, políticos…todos somos responsables de transformar proyectos ciudadanos en monstruos políticos…En Franqueasteis que se vuelven contra sus ´propios creadores para volverse una pesadilla.
Si queremos ayudar hoy a Pepe, debemos no solo apoyarlo, sino ser corresponsables del proyecto como ciudadanos responsables.
Todos votamos por él…todos somos responsables del proyecto…
Frente a uno de los momentos políticos y económicos más difíciles de nuestra historia, debemos blindar a este nuevo gobierno demandando, señalando, participando y haciendo sentir que si en su alumbramiento participamos la mayoría ,esa misma mayoría hoy debe cuidarlo y hacerlo responsable y respetuoso de su misión democrática
Aquí, en este nuevo gobierno y en esta nueva sociedad que votamos y elegimos, como dirigía el maestro Rudolph Kapuchinsky,” los cínicos no caben”.
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